La tecnología se ha instalado, sin duda, en la vida de las personas. En mayor o menor medida, los dispositivos tecnológicos y las redes virtuales de comunicación se utilizan para hacer los procesos más ágiles y reducir el espacio y tiempo del mundo real a un par de segundos. Vídeoconferenicas, redes social, transferencias bancarias a través de cuentas virtuales, compras por Internet son sólo algunas de las posibilidades que nos ofrece el mundo moderno.
Amigos o enemigos del avance tecnológico y sus consecuencias sociales, debemos aceptar que el Internet y el mundo digital han cambiado para el siempre el mundo que conocemos.
¿Y si diéramos un paso más adelante? Un profesor del MIT está investigando sobre la aplicación tecnológica a las prendas de vestir. Parece que en el futuro no tendremos que recortar las prendas o siquiera cambiarlas. La tecnología parece estar llegando al mundo de la moda para revolucionarlo.
A continuación compartimos contigo un artículo de El Tiempo en que se habla un poco más de este trabajo.
Marcelo Coelho, investigador del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), trabaja en la investigación de punta sobre dispositivos portables que pueden ser más inteligentes que la persona que los viste. Una de las áreas más prometedoras es la de vestimenta que integra computadores y que prácticamente puede pensar sola.
“Quizás estás en el trabajo y quieres tu camisa de una manera, pero de noche estás en una fiesta y la quieres diferente”, dijo. Otra creación es un vestido con un dobladillo que sube y baja, u otro vestido con flores que se abren y cierran.
El mensaje es que desarrollos de ciencia ficción están en marcha en áreas tan diversas como los drones o la medicina. Pero para el brasileño Coelho, la alegría viene de aplicar los misterios del laboratorio a situaciones cotidianas.
Pensando en ese escenario de la oficina a la fiesta, Coelho develó un dispositivo que serviría para encontrar a gente con la cual uno tiene ganas de charlar o coquetear. Con la forma de un reloj pulsera normal, la pequeña computadora está programada con datos personales y luego se comunica con otros dispositivos en la misma área. “Vas a un evento y puedes comparar tu reloj con el de otra persona”, explicó. “Si no tienes nada en común con un extraño en el evento, se encenderá una luz roja, y si tienes, será una luz verde”.
¿Adónde lleva todo esto? Para Skylar Tibbits, otro científico del MIT, directo al “constrúyelo tú mismo”. Pero no en el sentido de batallar con un manual de instrucciones rodeado de piezas y tornillos para ensamblar una cama que acabas de comprar. Tibbits quiere decir ‘constrúyelo tú mismo’ en el sentido de que la cama, o lo que sea, se ensamble a sí misma. Esta es la idea de la impresión en 4D, la especialidad de Tibbits. Si impresoras 3D pueden producir objetos tridimensionales con solo tocar un botón, 4D significa que pueden transformarse de maneras útiles.
A diferencia de los robots, estos materiales no están computadorizados y no requieren de electricidad. Reaccionan a fuerzas ordinarias como presión o calor o agua y cambian, pero son pensados por los científicos para que cambien de forma de una manera predeterminada. Por ejemplo, un zapato o un neumático mojado pueden cambiar para tener mejor adhesión, y regresar a la normalidad cuando se secan.
El laboratorio de ‘constrúyelo tú mismo’ de Tibbits en el MIT estudia si esta tecnología puede ser aplicada a objetos mucho más grandes, incluso en la construcción. Si esto no suena lo suficientemente turbador, considere lo que Coelho asegura que es la próxima frontera: no tecnología ‘vestible’, sino chips y dispositivos con wifi insertos en el cuerpo humano.
“La tecnología migrará lentamente a la piel y luego bajo la piel, no podrá distinguirse de la persona”, dijo.
Y con cada nueva revolución llegan nuevos riesgos de que la tecnología caiga en las manos de criminales o de gobiernos represores. Refiriéndose a los científicos del Manhattan Project que inventaron las armas nucleares usadas por Estados Unidos contra Japón en 1945, Coelho alertó que científicos en las fronteras del cambio precisan tener una profunda conciencia. “Fue necesaria la gente más inteligente del mundo para crear una máquina que pudiese eliminar el planeta”, reflexionó
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