Estados Unidos autorizó este viernes a la canadiense TransCanada a construir el oleoducto binacional Keystone XL que había sido bloqueado por cuestiones ambientales por el anterior gobierno de Barack Obama.
“Hoy es un gran día para los empleos en Estados Unidos y un momento histórico para América del Norte y la independencia energética”, dijo Trump en la Casa Blanca.
“Son mucho más seguros los oleoductos que otras formas de transporte” y lamentó que el proyecto se haya demorado “demasiado”.
En un informe publicado hace dos años, el Departamento de Estado calculó que la obra generará 50 empleos permanentes y unos 42.000 directos e indirectos durante la construcción de esa tubería de 1.900 kilómetros.
Keystone XL atravesará unos 500 kilómetros de territorios canadienses desde Alberta y unos 1.400 dentro de Estados Unidos hasta refinerías en el golfo de México.
Tras una nueva revisión del proyecto, el subsecretario de Estado Thomas Shannon otorgó el permiso presidencial, concluyendo entre otras cosas que “servirá al interés nacional”, indicó el Departamento de Estado.
El titular de la diplomacia estadounidense, Rex Tillerson, exjefe del gigante petrolero ExxonMobil, no participó en la decisión luego de dar un paso al costado ante denuncias de conflictos de interés en el asunto.
TransCanada agradecida
TransCanada agradeció al gobierno estadounidense por la revisión y aprobación del proyecto.
“Este es un hito significativo para el proyecto Keystone XL”, dijo el presidente y director ejecutivo de la firma canadiense, Russ Girling.
La compañía espera poder trabajar con la Casa Blanca “mientras continuamos invirtiendo y fortaleciendo la infraestructura energética de América del Norte”, agregó en un comunicado.
TransCanada tiene una inversión total de 15.000 millones de dólares “que creará miles de puestos de trabajo bien pagos y generará beneficios económicos sustanciales en Estados Unidos”.
Según TransCanada, este proyecto contribuirá con 3.400 millones de dólares en el producto bruto interno estadounidense.
No obstante, la firma aún deberá trabajar con las autoridades y residentes para obtener los permisos y aprobaciones necesarias para hacer avanzar el proyecto de construcción en Nebraska, Montana y Dakota del Sur, señaló la compañía.
Criticado duramente por los ambientalistas, el proyecto diseñó en 2012 un nuevo trazado que evitaba las reservas naturales.
Los grupos ecologistas concentraron entonces sus críticas en el tipo de petróleo transportado: las arenas bituminosas de Alberta requieren una extracción que demanda mucha energía y que produce un gran volumen de gases de efecto invernadero.
Tema espinoso
Keystone XL fue durante mucho tiempo un tema espinoso entre Washington y Ottawa. Ferviente defensor de la industria petrolera, el ex primer ministro canadiense Stephen Harper, predecesor de Justin Trudeau, defendió infructuosamente varias veces el proyecto ante la administración Obama.
Siete años después del primer pedido, Obama se rehusó en noviembre de 2015 a concederle a TransCanada el permiso presidencial necesario para iniciar los trabajos alegando que “no es del interés nacional”.
“El oleoducto no hará bajar el precio de los combustibles para los consumidores estadounidenses”, dijo entonces Obama, quien alegó además que la obra tampoco “refuerza la seguridad energética de Estados Unidos”.
TransCanada respondió en enero de 2016 en los tribunales de Estados Unidos con una demanda de 15.000 millones de dólares por daños y perjuicios.
La firma apuesta a este oleoducto para transportar el petróleo canadiense hacia nuevos mercados. Los actuales ductos están saturados y los productores canadienses de hidrocarburos cuentan pretenden con este proyecto enviar petróleo hasta las refinerías del Golfo de México, desde donde podrá ser luego exportado a otros países.
Fuente: Soetenibilidad.semana.com
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