A primera vista la marcha de la economía de América Latina y el Caribe debería haberse expresado en discusiones intensas sobre la región. Sin embargo, el ambiente en Bahamas durante la Asamblea del BID que concluyó ayer fue relativamente tranquilo.
El motivo es que cada vez es más evidente que hay realidades muy diferentes que coexisten en esta parte del mundo. De un lado están Brasil y Venezuela, cuya recesión pesa en forma significativa sobre las cifras del área. No obstante, los banqueros saben que las soluciones respectivas comienzan con la política y no necesariamente con la economía.
Mientras eso sucede, la suerte de países como México, Perú, Chile o Colombia no genera grandes interrogantes. Si bien el crecimiento es menor, las posibilidades de negocios existen y el interés del sector financiero también.
Y en lo que atañe a Centro América y el Caribe hay una recuperación en marcha, pero se trata de economías de menor tamaño.
De hecho, el tema que más se mencionó en los pasillos del Centro de Convenciones de Nassau fue el de Panamá y la creciente presión para que reajuste sus normas, tras el escándalo de la semana pasada.
Lo anterior no quiere decir que de Bahamas haya salido un parte de tranquilidad porque la foto regional no es buena. Mientras la región encuentra el rumbo, pocos pierden la calma.
Las nuevas rutas
El panorama para la región es retador y deberá enfrentarse a menores ingresos. De hecho, el BID considera que América Latina y el Caribe se enfrentan a un crecimiento de -0,3 por ciento, pero se prevé que la tasa de crecimiento de los 26 países prestatarios del BID será aproximadamente del 2 por ciento, con una mediana del 2,5 por ciento.
Así quedó consignado en el informe macroeconómico ‘Tiempo de decisiones América Latina y el Caribe’ presentado ayer durante la clausura de la 57 Asamblea Anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Para la entidad hacia el 2020 los países de la región volverán a tener ritmos de crecimiento similares a los de 1980.
El Economista Jefe del BID, José Juan Ruiz, afirma: “la región se enfrenta a grandes retos; las decisiones de las políticas en los meses que vienen serán cruciales para asegurar una transición fluida y para alcanzar un mayor crecimiento sostenible en el futuro. Sin duda a llegado el momento de pasar a la acción”.
“Será conveniente que los países centren los escasos recursos en los sectores que tienen probabilidades de tener mayor impacto en el crecimiento”, señala el documento.
“Los países se enfrentan a una gran reto a la hora de aumentar el crecimiento potencial, sobre todo en relación con la mejora del desempeño exportador. La políticas pueden ser útiles en este sentido, lo que incluye las actividades de promoción de las exportaciones y las actividades para reducir los costos del transporte doméstico y mejorar la logística”.
Sin embargo, se advierte que las viejas recetas parece que no darían los resultados esperados y que las naciones deberán ser más audaces y sobre todo actuar más rápido, pues la espera en la toma de decisiones tendrán costos mucho mayores.
“Al mismo tiempo sería imprescindible proponer políticas para impulsar el crecimiento potencial en el mediano plazo. Si bien los tipos de cambio nominales se han depreciado, el análisis en este informe indica que esto se ha traducido en una mayor competitividad solo para unos pocos países. La competencia de terceros países que también han depreciado sus monedas ha erosionado los beneficios de la depreciación, al ismo tiempo han caído las tasas de inversión como las de ahorro”.
Más integración recomiendan desde el Caribe
Para los expertos del BID reunidos en Bahamas, “dado que la los países exportadores de materias primas tiene que diversificar su producción y su base de exportaciones, y además reemplazar los ingresos perdidos por materias primas, la creación de una zona de libre comercio regional podría representar un foco clave de los esfuerzos de las políticas”.
Así las cosas, explican que a la región le puede convenir una profundización de la integración que les permita a los países aumentar la escala y así permitir a las empresas competir en los mercados globales contra los países grandes y zonas de libre comercio más profundas y más grandes. Además el comercio de bienes intermedios es limitado, lo que restringe el desarrollo de las cadenas de producción en la región y la participación de las empresas de la región en las cadenas globales de valor”.
Fuente: Portafolio.com
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