A diferencia de la vista y el oído, el olfato humano es un sentido aún poco comprendido por los neurocientíficos. Aunque sí saben que contamos con unos 400 receptores para captar los olores, ignoran en buena medida cómo trabajan estos en equipo para que el cerebro distinga entre los diferentes aromas.
Con el fin de llenar esta laguna, el equipo del biólogo computacional Pablo Meyer y sus colaboradores lanzaron en 2015 el Reto de Predicción Olfativa DREAM, un concurso que invitaba a 22 equipos de expertos informáticos de todo el mundo a que intentaran diseñar un sistema de inteligencia artificial capaz de predecir o descifrar olores a partir de su composición molecular.
Los especialistas contaron con las valoraciones de 49 voluntarios, que olisquearon 476 viales con esencias purasy los clasificaron con 19 etiquetas verbales, como ‘pescado’, ‘flores’, etcétera. Los participantes en el reto también recibieron descripciones detalladas de la estructura química de las esencias aromáticas, con más de 4.800 descriptores por cada molécula. Su trabajo consistía en que los modelos computacionales relacionaran automáticamente unos con otros.
Y en general, los algoritmos diseñados por los expertos se han comportado bastante bien, o por lo menos para ser la primera vez: a partir de la composición química, predecían con bastante exactitud la sensaciones de intensidad o si eran más o menos agradables, así como 8 de las 19 etiquetas ‘semánticas’: las fragancias a ajo, pescado, fruta, dulce, quemado, especias, flores y agrio.
Los autores del estudio, que han publicado sus conclusiones en la revista Science, creen que este tipo de tecnologías pueden servir, por ejemplo, para que las industrias alimentaria y cosmética fabriquen nuevos aromas sintéticos a partir del análisis químico.
Fuente: Muyinteresante.es
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