Según cuenta en la edición francesa de The Huffington Post, “empecé enviando CV’s por Internet, y a través de LinkedIN -la red social para encontrar empleo-, pero nadie contestaba. Así que pasé al correo ordinario. Solo una empresa me respondió, y para decirme que no les encajaba”.  

Julien no sabía como llamar la atención de las compañías. Hasta que un día, charlando con un amigo, se le encendió la bombilla: “comentaba con él que seguramente ningún empresario del mundo tiene tiempo para leer una carta de presentación. Que todo lo que se pone ahí es puro ‘blablabla’ y nada sirve. Así que se me ocurrió una idea”.

El joven pensó que si quitaba todo lo superficial de su carta de presentación por la expresión ‘blablabla’ iba a proyectar una imagen más sincera. Sus amigos le dijeron que estaba loco y que iba a parecer un payaso. Pero aun así siguió adelante con su plan.

A la primera, no recibió respuesta. Pero en la segunda empresa que probó suerte, recibió un mail: provenía del responsable de recursos humanos de una compañía parisina encargada de una red social para empresas y universidades. El ejecutivo le escribía para decirle que estaba muy interesado en saber qué se escondía detrás de ese ‘blablabla’, y le citaba para una entrevista de selección. 

Allí pudo explayarse y consiguió lo que deseaba: un contrato indefinido para ser el encargado de comunicación y marketing de la empresa.  Nunca un ‘blablabla’ había sido más útil.