El crecimiento global se desaceleró notablemente en los últimos años. En efecto, mientras que el crecimiento promedio del mundo entre 2000 y 2007 se ubicó en cerca de 4% anual, en los pasados seis años el crecimiento anual rondó 3% anual. Sus implicaciones sobre los precios de las materias primas y el crecimiento de los países emergentes son amplias, determinando precios estructuralmente más bajos para los productos básicos y una menor capacidad exportadora, con efectos negativos para los países más dependientes de la demanda externa.
La lenta recuperación del desempeño global puede tener varias explicaciones, buena parte de ellas teorizadas a través de la hipótesis del estancamiento secular. Esta teoría fue inicialmente introducida por Alvin Hansen hace más de 80 años. Sin embargo, al contexto actual, fue Larry Summers, un expresidente de la Universidad de Harvard, el que reactivó el debate.
Según el postulado de esta teoría, la tendencia a la baja de las tasas de interés es el reflejo de una propensión al ahorro mayor que a la inversión, reduciendo secularmente la demanda agregada. Serían necesarias unas tasas de interés muy bajas para lograr que la tendencia al ahorro se transforme en mayores decisiones de inversión. Este comportamiento tiene una duración de largo plazo, a diferencia de las fluctuaciones cíclicas de corto plazo que pueden llevar a reducir también la tasa de crecimiento, pero por un tiempo limitado.
En efecto, la tasa de inversión cayó desde un valor de 25,4% al inicio de la década de los noventa hasta un nivel ligeramente superior al 22% actualmente. Su mayor caída se presentó luego de 2008, cuando pasó de cerca de 25% a 21,5%.
Otras explicaciones que se han dado para el menor crecimiento tienen que ver con la productividad, la demografía y el comercio internacional. En el primer caso, algunos economistas sostienen que los choques de la innovación tecnológica recientes, muy concentrados en dispositivos electrónicos, aún no tienen efectos positivos tan claros sobre el crecimiento económico mundial. Es decir, la productividad de las economías no mejoró tan ostensiblemente con las innovaciones actuales como lo hacía con los inventos del pasado.
En la segunda explicación, el envejecimiento de la población de los países desarrollados y la menor tasa de natalidad en China, principalmente, pasaron al primer plano. Finalmente, el comercio internacional se estancó desde la crisis internacional de 2008.
En conclusión, parece ser que los bancos centrales del mundo seguirán estando en el primer plano de la conversación. Las tasas de interés de largo plazo cada vez se esperan más bajas. Los mismos hacedores de las políticas son conscientes de la necesidad de mantener bajas las tasas de interés por más tiempo.
Fuente: Larepublica.co
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