Parte del proceso de administrar el ciclo de vida de un producto es adaptarlo como una respuesta al mercado para incrementar su demanda y/o para que sea más atractivo al consumidor. Pero hasta que punto un cambio puede ser considerado como una verdadera innovación? La necesidad de las empresas a mantener vigentes sus productos se confunde constantemente con procesos reales de investigación y desarrollo.
A continuación compartimos el documento. Ver en la fuente original: The Wall Street Journal
¿Son unas tartas de cereal con mantequilla de maní una innovación?
Mide casi 8 x 13 centímetros, y está compuesto de harina enriquecida, jarabe de maíz y mantequilla de maní cremosa.
Se trata de la «Gone Nutty!», una Pop-Tart de mantequilla de maní de Kellog. Si está de acuerdo con John Bryant, el presidente ejecutivo de la empresa de cereales, Nutty es uno de sus productos más importantes de 2013. Incluso llegó a llamarlo «innovación».
Si escucha a cualquier líder corporativo estadounidense, descubrirá que la Gone Nutty! tiene bastante compañía. Muchos esparcen la palabra «innovación» como si fuera un ambientador.
En los últimos tres meses, los presidentes ejecutivos de empresas que componen el índice S&P 500 han adjudicado la palabra «innovación» al perfume Peony & Blush Suede, a una clase de potasa de alta calidad y a la cerveza Miller con mayor contenido de alcohol. La «innovación» también describe los informes de crédito de Dun & Bradstreet y los tatuajes temporales para mascotas de PetSmart.
En 2007, 99 empresas del S&P 500 mencionaron la palabra «innovación» en sus teleconferencias del tercer trimestre, según una revisión de las transcripciones realizada por Capital IQ. Este año llegó a 197.
Cuando Boston Consulting Group pidió a 1.500 ejecutivos que calificaran el nivel de innovación de sus empresas del 1 al 10, más de 65% se dieron una calificación de siete o más.
La palabra es «empleada en exceso», opina John Faraci, presidente ejecutivo de International Paper. «Hemos estado haciendo papel de la misma forma por 5.000 años. No hemos reinventado eso». Según su definición, «innovación significa escuchar a los clientes y producir cosas de valor».
La próxima vez que su jefe comience a hablar sobre innovación, podría ser bueno detenerse y analizar: ¿está hablando sobre crear el siguiente iPod o la próxima Pop-Tart? ¿»Innovar» significa simplemente «seguir siendo competitivo»? Y si es así, ¿qué hay de innovador en eso?
Durante la última década, las empresas estadounidenses han sentido la presión en diferentes frentes, desde los costos laborales hasta la competencia técnica. Por ejemplo, la coreana Samsung Electronics ocupa ahora el segundo puesto en el ranking de empresas que obtienen patentes nuevas, un alza frente al noveno puesto que ocupó hace una década. Además, los gastos del sector público y privado en la investigación esencial están flaqueando.
En este contexto, innovar a menudo puede quedarse corto frente a las raíces de la palabra en latín (de «creación nueva»). El significado actual es más modesto: simplemente mantener el ritmo de los rivales.
Solían llamarla competitividad, una palabra que acarreaba la implicación de que otros podían ganar. Ahora, ha sido elevada a innovación, una forma más elegante de describir lo que los negocios han hecho siempre: adaptarse.
En una presentación de la empresa de restaurantes Red Robin Gourmet Burgers Inc., los ejecutivos utilizaron las palabras «innovar» o «innovación» 21 veces para describir el pan de hamburguesa con chile, cocteles en lata de cerveza y malteadas de cerveza.
Pero hay una diferencia fundamental entre la innovación que se refiere a grandes avances y la extensión o actualización de un producto. Por definición, «no hay muchos avances grandes», apunta John Hoffecker, director gerente de la consultora AlixPartners.
Una extensión de productos «son pañales de colores distintos. No ha cambiado la funcionalidad, el costo ni la calidad. No afecta nada de manera significativa».
Matt Roberts, presidente ejecutivo de OpenTable, una empresa de reservas de restaurantes en línea, formula de forma diferente la palabra «innovación». Para él, muchos de estos pasos pequeños pueden sumarse para generar algo más grande. El cambio viene más como un proceso que como un producto final. Pero no emplea la palabra innovación. Lo llama optimización.
Roberts dice que muchas empresas buscan hacer grandes apuestas, y luego suelen pensar las cosas en exceso.
En cuanto a las Pop-Tarts con mantequilla de maní, una vocera de Kellogg dice que por mucho tiempo había sido uno de los sabores más solicitados. «Los desafíos de desarrollo y preocupaciones sobre alergias al maní obstaculizaban el lanzamiento de esta innovación. Desde su debut, Pop-Tarts Gone Nutty ha excedido nuestras expectativas», agrega.
Mantenerse al ritmo no tiene nada de malo. Es lo que las empresas deben hacer. Pero vale la pena preguntar a su empresa, sin importar qué palabras utiliza el presidente ejecutivo: ¿dónde termina la supervivencia y comienza la verdadera innovación?
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