Cuando hace unas semanas hablábamos sobre Smart Workingdestacábamos cómo el avance de la tecnología podría tener unos beneficios increíbles sobre los resultados del negocio. Tras hablarte de la película, toca presentarte a su protagonista: el empleado 3.0.
Según SupeRRHHéroes “un empleado 3.0 es aquél que se encarga de sacar partido de las nuevas tecnologías y que, por lo tanto, no se siente atado a horarios de trabajo”.
La definición también menciona que “es un profesional que se gestiona su propio tiempo, y por ello se encuentra muy por encima del presentismo”. El empleado pasa de ser un mero trabajador a convertirse en un recurso y, por muy fría que la idea pueda parecer, es lo mejor que puede pasar.
El trabajador 3.0 hace uso de su tiempo aprovechándose de las ventajas que pueda encontrar. Se contempla que lo importante ya no es la cantidad de horas invertidas, sino la calidad de las mismas.
Así, se pasa por sustituir los puestos de trabajo con determinadas funciones muy delimitadas para contratar a personas con habilidades y competencias, que sean versátiles y tengan adaptabilidad a los cambios.
Pero este nuevo formato de empleado necesita una flexibilidad dentro de la empresa que le permita funcionar de acuerdo a sus características.
El teletrabajo o home office debe estar a la orden del día y el negocio debe contemplar esa posibilidad. Para las empresas nuevas, el empleado 3.0 se convierte en el protagonista principal ya que los emprendedores se vuelven en trabajadores que desde cualquier lugar y con cualquier dispositivo son capaces de aprender.
No obstante, también tiene una serie de desventajas que se deben destacar. La primera de ellas es que la presencia del empleado y la experiencia en la oficina puede ser realmente enriquecedora. No son pocas las personas que prefieren acudir a un lugar de trabajo con la intención de “cambiar el chip” y ponerse en “modo trabajo”, dándole mayor formalidad a su responsabilidad.
Además, muchos de los pasos del proceso necesitan la presencia del equipo. Si uno se aísla en exceso no puede colaborar todo lo que podría/debería con el proyecto, lo cual podría traer importantes penalizaciones.
Al final, como en casi todo ‘in medio virtus’, y se deben contar con todo tipo de empleados.
La apuesta por dar libertad al trabajador y hacerle responsable de sus recursos y sus obligaciones es la que al final genera los mayores beneficios, al final de cuentas nunca faltarán aquellos que solo busquen calentar silla 13 horas al día o ir a la oficina a cobrar la nómina.
Fuente: Entrepreneur.com
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