Finalmente llegó el día. Luego de tres años de completo silencio y con un hermetismo digno de la más grande operación militar, la séptima película de la saga de La guerra de las galaxias: El despertar de la Fuerza, llegó a las carteleras de cine y se posiciona como la película más taquillera del año. Otra vez, la historia de los Skywalker, de Chewbacca, de C-3PO y R2D2 será el tema de conversación del mundo entero –si es que alguna vez dejó de serlo–.
Y es que para entender el fenómeno de La guerra de las galaxias hay que devolvernos en el tiempo al 25 de mayo de 1977, día en el que se estrenó la primera entrega de la saga y que fue el inicio de un fenómeno sin precedentes en la historia del cine. La productora de entonces, 20th Century Fox, aceptó la historia de George Lucas a regañadientes, puesto que no tenían muchas esperanzas en una nueva película espacial. Los setentas habían sido una década en la que el género de ciencia ficción había sufrido una sobresaturación y la idea de hacer una gran inversión en una historia de naves intergalácticas, sables láser y androides era, para ellos, algo arriesgada. Se equivocaron.
Cuatro décadas después, el estreno de Star Wars: el despertar de la Fuerza, la séptima película de la saga, continúa siendo un fenómeno mundial, incluso en tiempos en los que el cine ha perdido un enorme protagonismo frente a la televisión y a las nuevas plataformas destreaming. Las entradas para el estreno se agotaron con meses de antelación y cada nuevo tráiler fue tendencia global en redes sociales. ¿Quién no se emocionó cuando vio a un veterano Han Solo (Harrison Ford) junto a su incondicional amigo Chewbacca?
Porque a pesar de que el orden de las películas sea tremendamente complejo, o que la segunda trilogía no haya llenado las expectativas de sus fanáticos, la magia de Star Wars está más allá de sus falencias. Hay claros errores dentro de la temporalidad, personajes ridículos como Jar Jar Binks o los Ewoks (no todo lo malo está en las precuelas) o de una saturación de efectos especiales en las últimas tres (¿o las primeras?), lo importante es lo que está detrás de todo eso. Porque la verdadera fuerza de Star Wars no está en poder de los Jedis o los Sith, sino en su historia.
En la rueda de prensa, J.J. Abrams, director y encargado de darle un nuevo aire a la saga, afirmó que para él, la película fue ante todo un reto. “La pregunta fundamental era, ¿qué queremos sentir y qué queremos que la gente sienta? La respuesta era esa sensación de misterio, alegría, sorpresa y comedia que George Lucas puso dentro de Star Wars. Eso, para mí, fue lo que me hizo amar la película”.
Dentro de lo poco que se conoce, han pasado 30 años después de El retorno del Jedi, los protagonistas de la primera trilogía han envejecido y la batuta la toma un nuevo grupo de héroes. Rey (Daisy Ridley), Finn (John Boyega) y Poe (Oscar Isaac), serán los nuevos destinados a luchar contra Kylo Ren (Adam Driver), el nuevo villano, en una guerra que, a pesar de los años siempre ha sido la misma: el lado luminoso contra el lado oscuro, el bien contra el mal.
Un universo, dos relatos distintos
Mientras muchos de los fanáticos de las películas se preguntaban acerca del mundo que rodeaba a Luke, Leia, Han y demás personajes, y que no aparecía dentro de las cintas, los fanáticos más duros de la saga tenían cientos de novelas e historias que respondían a varios de los interrogantes del universo creado por Lucas.
Muchas de esas preguntas fueron respondidas por El Universo Expandido, un sinfín de novelas, comics y videojuegos que durante 35 años permitió que todos los fanáticos que quisieran continuar con la aventura galáctica más allá de la historia contada en las películas pudieran hacerlo.
Sin embargo, cuando Disney compró a Lucasfilm en el 2012, fue mucho lo que se especuló sobre el futuro del Universo Expandido. El mismo día en el que se oficializó la compra, Kathleen Kennedy, ejecutiva de Disney, junto con George Lucas, reconocieron que había planes de rodar una nueva trilogía que continuaría lo dejado por El Retorno del Jedi en 1983.
De inmediato, Kennedy hizo un anunció importante: para darle mayor libertad a los guionistas, los episodios VII, VIII y IX no se basarían en las historias del Universo Expandido, que para Disney era visto como un obstáculo para la realización de las nuevas películas.
Esta decisión, aunque impopular, no sorprendió a los seguidores del UE, pero sí provocó un sinfin de reacciones que entre la decepción, resignación, enfado y nostalgia veían que las historias que habían considerado igual de verdaderas a las de las películas eran una cosa del pasado..
Como una manera de lavarse las manos, Disney afirmó que la decisión de separar las historias no significaba el fin del UE, sino que este pasaría a llamarse Star Wars: Legends. Ahora habría dos líneas argumentativas, algo parecido a lo que sucede con la serie de Juego de Tronos, en la cual las historias de los libros y la televisión tienen diferencias marcadas.
Ahora queda esperar que Disney haga un buen trabajo con la saga. En sus manos está no sólo un negocio multimillonario, sino también los héroes, villanos, anhelos y miedos de millones de personas en el mundo. Ya sin más solo queda esperar y que la fuerza esté con ustedes.
Fuente: El Espectador
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.