EE.UU. es un país de dos mercados laborales, con muchos empleos para individuos con títulos de posgrado y aún más puestos de trabajo para empleados de restaurantes de comida rápida, pero sin suficientes empleos para aquellos individuos que se encuentran en el medio de los dos extremos.
Éste es el problema de una economía que consiste mayormente en gastos de consumo. Donald Trump asumió el poder debido a su promesa de restablecer los empleos de la clase media. Pero aún si el presidente estadounidense pudiera revertir la globalización y la disrupción del mercado laboral debido a la tecnología, persiste el problema doméstico: la brecha de habilidades.
Deloitte señala que hay 3,5 millones de empleos bien remunerados en el sector de manufactura que necesitarán ser llenados en EE.UU. para el año 2025. Sin embargo, 2 millones de estos puestos de trabajo siguen sin llenar porque ni las escuelas secundarias ni las universidades están produciendo suficientes estudiantes con conocimientos tecnológicos y de comunicación.
Los empleados que se requieren incluyen desde trabajadores en fábricas que saben usar equipo de robótica hasta gerentes intermedios que pueden navegar a través de una variedad de tecnologías, industrias y geografías.
Andrew Liveris, director Ejecutivo de Dow Chemical, y Ginni Rometty de IBM, ambos asesores del presidente de EE.UU., están promoviendo un programa de capacitación laboral. Su plan podría ayudar a cerrar la brecha de habilidades y convertirse en una estrategia para abordar las dos áreas políticamente polémicas de reforma educativa y política industrial.
El pilar del plan es la educación enfocada en carreras. Por ejemplo, el programa de bachillerato de seis años fundado por IBM en 2011, en la que 300 compañías afiliadas como SAP, GlobalFoundaries y Regeneron trabajan con 60 escuelas locales en seis estados para crear programas de estudio que prepararán a estudiantes para obtener un diploma de bachillerato y, después, un título de asociado de dos años. Dado que el 99% de los empleos creados entre 2008 y 2016 requerían más que un certificado de bachillerato, esto sería clave.
En 2015, menos de la mitad de todos los jóvenes adultos estadounidenses tenían un título de asociado o universitario. Muchos se endeudan para obtener títulos caros pero posiblemente inútiles en carreras como mercadotecnia deportiva o administración de empresas.
“La tecnología es el hilo plateado que ayudará a crear los trabajos del futuro”, apuntó Rometty.
No importa qué más estudien, los estudiantes necesitan graduarse con habilidades básicas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Y Rometty tiene una partidaria importante en la Casa Blanca con respecto a esta misión: Ivanka Trump, la hija del presidente.
“La administración, en asociación con líderes del sector privado como Ginni, planea respaldar y amplificar los esfuerzos de la industria para educar y capacitar la fuerza laboral del futuro”, señaló Ivanka Trump.
La educación orientada hacia el trabajo intenta restablecer la conexión entre educadores y empleadores que se rompió en la década de 1970. En ese momento, los liberales lucharon por eliminar la educación vocacional debido a que era racista y clasista: los reformadores creían que todos tenían el derecho a estudiar a Herman Melville en vez de soldadura.
El problema se ha vuelto central de nuevo, dice Rometty, ya que los empleos que ella denomina como ‘de cuello nuevo’ del futuro caen en medio de las anteriores categorías de una educación académica de artes liberales y una que proporcional conocimientos científicos y habilidades vocacionales.
Un maquinista muy cualificado, con dos años de educación universitaria, fácilmente podría ganar un salario más alto que un individuo con un título universitario de ciencias políticas de una universidad de segundo o tercer nivel.
Con el auge de la educación en línea, no todos los estudiantes necesitan endeudarse para obtener un título universitario. La educación puede individualizarse para satisfacer las necesidades de cada estudiante. Todos podemos, después de todo, leer a Melville por nuestra cuenta; o ver una clase de vídeo de un profesor de Harvard sobre la literatura de Melville.
Esta tendencia va más allá de EE.UU. Líderes políticos alrededor del mundo están “lidiando con el problema de cómo preparar a una fuerza laboral para el siglo XXI”, dejó claro Rometty.
El presupuesto de primavera del Reino Unido exigió una transformación de la educación técnica. Lo mismo sucedió en Australia que tiene siete escuelas IBM.
Otras compañías, como Siemens, GE, Procter & Gamble, Microsoft y Google, tienen sus propias iteraciones de programas de este tipo. La mayoría, incluyendo los programas de IBM, son diferentes a la educación vocacional de estilo germánico que encausa estrechamente a los estudiantes a una edad más temprana.
En EE.UU., una estrategia es revivir la Ley Perkins, cuya meta es invertir US$1.000 millones en fondos federales en la educación vocacional. Este proyecto de ley murió en el Congreso antes de la elección presidencial.
Betsy DeVos, la secretaria de Educación de Trump, ha pedido que el Congreso reautorice el proyecto de ley y añada subvenciones atadas a habilidades tecnológicas que tienen una demanda alta.
Los líderes empresariales también están impulsando los Programas Federales de Empleo y Estudio de US$1.000 millones que permiten que los estudiantes trabajen en empresas mientras estudian.
IBM ha empleado a los primeros graduados de sus escuelas, muchos de los cuales han completado sus títulos de seis años en cuatro años. Conforme comienzan a trabajar recibiendo salarios de US$50.000 al año, estos estudiantes se convertirán en los consumidores que se necesitan para activar una recuperación económica real y sostenible.
Fuente: Portafolio.co
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