La cotidianidad empresarial transcurre en la permanente relación con los miembros de las diferentes áreas de la empresa, incluidos los jefes que han sido designados para acompañar el cumplimiento de las tareas propias asignadas y el aseguramiento de los resultados previstos. Cada uno de los integrantes del equipo de trabajo reconoce que han sido seleccionados por sus competencias y entienden que su desempeño será calificado no solamente por la gestión que realiza sino también, y quizá especialmente, por los resultados que obtenga a la hora de evaluar y evidenciar resultados con sus clientes, sean internos o externos.
Cuando nos asignan ser parte de un equipo de trabajo seguramente tenemos claro lo que se espera de cada uno de nosotros y reconocemos que nuestra contribución resulta significativa por cuanto se articula con el aporte de los demás integrantes del grupo, quienes creemos serán nuestros aliados en el desarrollo de las diferentes actividades del área. Se trata de reconocer lo que significa una experiencia laboral compartida, una relación interpersonal que se consolida en la medida que participamos del mismo logro esperado, cuando damos el adecuado uso a los recursos asignados y cuando nos apoyamos para hacer que la felicitación, si llega, sea merecida y celebrada de modo conjunto.
Por: José Manuel Vecino P.
Consultor Empresarial y Docente Universitario
La supervisión y vigilancia que ejercen nuestros jefes nos llevan a entender que sus recomendaciones y aportes al trabajo que realizamos son una oportunidad para continuar aprendiendo y al mismo tiempo para desarrollar nuestras potencialidades de tal manera que podamos sobresalir mediante la implementación de nuevas y mejores formas de hacer la tarea que nos han encomendado, dando el valor agregado que alcance a sorprender positivamente a nuestros clientes, compañeros de trabajo y a nuestros jefes.
Un comentario que suele escucharse en los pasillos y puestos de trabajo es “deje así que el jefe no está mirando”, como invitación a la mediocridad y al abandono de la autodisciplina y la exigencia para entregar un trabajo de calidad. Sin embargo, es evidente que semejante consejo no es seguido por aquellos que serán identificados y calificados como sobresalientes al momento de evaluar los resultados obtenidos.
Hoy en día van tomando fuerza algunas tendencias relacionadas con la importancia de alcanzar bienestar, felicidad en el trabajo, engagement e identidad con la organización; se han desarrollado y desplegado diferentes elaboraciones conceptuales respecto a la importancia de construir y mantener ambientes laborales sanos, saludables y armónicos que traigan como consecuencia la retención del talento y el desarrollo de una cultura organizacional que se fundamenta en el sentido de pertenencia del colaborador. En este sentido el papel relevante del jefe inmediato consiste en abandonar su nombre de cargo y entender el alcance de su gestión con los integrantes del equipo de trabajo, clarificar el perfil personal y laboral de quienes hacen parte de su equipo y reconocer las capacidades de cada uno de ellos que le permita establecer con claridad las tareas que tiene asignadas y los resultados esperados, llevando a que el colaborador interprete y asuma que su trabajo es una fuente de inspiración, motivación y desafío.
El juicio sobre el compromiso laboral quizá deba hacerse precisamente cuando el jefe no está, cuando cada quien deba abordar que el resultado de su gestión se da a partir del reconocimiento de lo que es su expertiz, experiencia y conocimiento que le llevarán a desarrollar una gestión sobresaliente, que será sin duda motivo de satisfacción personal y que será valorada por quienes serán sus clientes del proceso.
Cada colaborador en la organización reconoce que tiene un valor agregado que dar en su trabajo cotidiano y que por tanto debe desarrollar algunas competencias que lo harán especial al momento de los reconocimientos, los que van más allá del salario y los aspectos contractuales. Se trata de fortalecer una dinámica personal que no depende de los horarios ni de los reglamentos, es una mentalidad que incorpora los pensamientos relacionados con el desarrollo personal, con la visión personal que se materializa en la permanente búsqueda de resultados superiores que son alentados de adentro hacia afuera, que retan la imaginación y exigen la construcción de alternativas que vayan más allá de lo establecido como aceptable por los manuales y los jefes.
“Cuando el jefe no está” debería ser una propuesta empresarial asociada a los programas de mejoramiento del desempeño, una filosofía de trabajo que exalte el compromiso del colaborador que percibe que su organización es un lugar donde, como dicen Kaplan y Norton, “Vale la pena trabajar”.
Espero que esta breve reflexión permita abrir la imaginación a nuevas maneras de elaborar planes de retención en la empresa, nuevas alternativas para tejer en el interior de cada colaborador una red de motivos que lo lleven a hacer las cosas bien sin necesidad que el jefe me esté mirando.
Fuente: RevistaEmpresarial.com
@KarymGrijalba y @AngelaPrieto , las invitamos a leer esta noticia, la cual será de su interés !!
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