Argentina está expuesta a la especulación y cobro de poderosos acreedores de su deuda, los denominados “fondos buitre”. En el siguiente documento se puede entender la naturaleza de este problema. Llama la atención la forma reiterativa en que tales actores han aparecido en la región para aprovechar momentos de crisis y obtener beneficios. Es una figura controversial pero que existe y se gesta en las normas y directrices del sistema financiero internacional.
A continuación compartimos el artículo: ABC España
¿De verdad son tan malos los fondos buitre que sobrevuelan Argentina?
Si los carroñeros se alimentan de animales moribundos, estos fondos de inversión compran deuda de economías convalecientes para enriquecerse
Argentina se asoma al abismo financiero por octava vez en su historia. El empujón se lo dan los llamados «fondos buitre», pero ¿por qué se les llama así?
Si los carroñeros se alimentan de animales moribundos, estos fondos de inversión compran deuda de economías convalecientes para que, una vez recuperados, puedan cobrársela con intereses.
Hace falta remontarse a 2001 para entender su papel en la crisis de la deuda. En ese año Argentina firmó la suspensión de pagos con una deuda de 102.000 millones de dólares (76.1155 millones de euros), el mayor «default» de la historia. Argentina logró reestructurar un gran porcentaje de esa deuda en 2005 y en 2010, con una quita del 65% por parte de más del 90% de sus acreedores, pero los fondos buitre, que habían comprado parte de esos bonos en 2008, no aceptaron el trato. Su pulso con el Gobierno ha llevado a una batalla en los tribunales que sigue abierta hasta la actualidad. Ahora, el juez Grielsa reclama a Argentina que pague a todos por igual. También a aquellos que no aceptaron la reestructuración en su momento, poniendo al país en situación de impago.
Los fondos buitres son conocidos en inglés como «holdouts», «los que se quedan fueran», como alusión al hábito de estos acreedores de mantenerse al margen de las reestructuraciones de deuda con la intención de cobrarse por el valor total. El problema es que su negativa puede llevar a un conflicto cíclico: un nuevo impago del país y en su caso una nueva reestructuración de deuda. Esto es precisamente lo que está ocurriendo en Argentina.
Del buitre a la carne
Las presiones para que Argentina pague se expanden más allá de los tribunales. Una guerra económica que alcanza al mercado ganadero, poniendo palos en la rueda de la comercialización del principal activo de la Pampa, la carne argentina. Hace más de diez años que en Estados Unidos no se come asado de tira. Un brote de fiebre aftosa que está más que superado sirve a Estados Unidos de excusa para que no se comercialice ternera argentina en su país.
A la cabeza del lobby propago está la American Task Force Argentina (ATFA), una asociación estadounidense que según dice en su web, «persigue una resolución justa del conflicto». Buceando en su página se puede encontrar una lista de asociados, entre los que abundan las compañías ganaderas y agricultoras estadounidenses, junto con fondos de inversión como NML Capital. Dirige el ente un triunvirato de viejos altos cargos estadounidenses ligados a la era Clinton. Son Robert Raben, un abogado que fue miembro la fiscalía general del Departamento de Justicia de Clinton; Robert Shapiro, un ex funcionario del ex presidente demócrata y la ex embajadora y experta en política exterior, Nancy Soderberg.
Pero el gran rostro detrás de los fondos buitre, es el de Paul Singer, fundador de Elliott Management, un holding valorado en más de 23 billones de dólares. Una de sus empresas asociadas es precisamente NML Capital, la inversora que consiguió que la justicia estadounidense fallara en contra de Argentina. Singer es una de las personas más ricas del planeta además de un conocido espónsor de las campañas del Partido Republicano.
Cuando el buitre ganó: el caso de Perú
No es la primera vez que Singer hace esta jugada en América Latina. A través de Elliot Management, compró 20 millones de dólares en títulos de deuda peruana. Al igual de Argentina, Perú había entrado en suspensión de pagos en años anteriores negociando posteriormente con sus acreedores una reestructuración de la deuda. Elliot Associates demandó al país andino ante los tribunales, llegando a efectuar una orden de embargo contra el dinero que iba a utilizar para pagar a los demás acreedores. ¿El resultado? El buitre se llevó la presa, como suele hacer, Perú tuvo que pagarles por el todo.
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