Para llegar al consumidor, hay que impactarlo en el mayor número de sentidos posibles. La teoría es fácil, pero conseguirlo, al menos con los cinco, es una nueva categoría de arte. El neuromárketing es una corriente consolidada, que va ramificándose en las mismas categorías que el tradicional: en lo que respecta al packaging, casi una corriente artística independiente, existen asimismo directrices y vías de exploración para conseguir vender algo sin enseñarlo siquiera, lo cual no está exento de mérito. Llamar la atención con un envoltorio va mucho más allá de los colores y las formas: ahora hay que provocar un auténtico deseo en el que mira, ve, oye y huele. Porque lo importante no siempre está en el interior…
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